El adorno más bonito
El adorno más bonito Escuchar historia online
Laila era muy vanidosa. Siempre estaba perfumada, con el cabello peinado, la ropa combinando perfectamente… En realidad, era demasiado vanidosa. Ella ni jugaba con las otras chicas de la escuela solo porque no quería ensuciarse ni despeinarse.
La mamá siempre le decía:
— Laila, ve a jugar y a divertirte. ¡Mira cómo las otras chicas están corriendo en la plaza!
— ¡Correr! ¿Y quedar toda traspirada? ¡Ni pensar!
Poco a poco ella fue quedándose sola en la escuela. Sus compañeras se cansaron de escuchar siempre lo mismo:
— No puedo jugar con ustedes… ¡Estoy bien arreglada!
Un día llegó una alumna nueva a la clase: Regina. Ella era sonriente, hablaba muchísimo, pero Laila solamente prestaba atención a la manera como se vestía. “Ella se podría peinar mejor su cabello. ¿Y esas zapatillas? Ni combinan con el uniforme de la escuela…”, pensaba Laila.
Realmente, ella ni se dio cuenta cuán alegre, divertida e inteligente era la nueva alumna.
Regina se hizo amiga de todo el grupo bien rápido; y un día la invitó a Laila para jugar.
— Laila, ven a jugar con nosotros. ¡Vamos a jugar al Quemado!
El resto de las chicas se quedó de lejos observando la reacción de Laila. Ella respondió como siempre:
— No puedo, ¡estoy arreglada!
Regina no se dio por vencida, insistió:
— ¡Ah, vamos! ¡Va a ser divertido! ¡Ven con nosotras y vas a ver!
Laila no quería seguir con esa conversación.
— Dije que no voy. ¡No voy a quedar toda desalineada, como tú!
Regina abrió sus ojos bien grandes y le dijo en voz bajita:
— Perdón. Yo solamente quería ser tu amiga… Me parecen súper bonitos tus adornos en el cabello y la manera como te vistes, pero serías mucho más bonita si sonrieras un poquito más… Mi mamá me dice que la sonrisa es el adorno más lindo que existe y que ¡cualquier persona lo puede usar!
Al regreso a su casa, Laila estaba callada en el auto. No dejaba de pensar en las cosas que le había dicho a Regina y en la respuesta que ella le había dado. Se acordó de cómo la nueva alumna había sido cariñosa, simpática y amable y cómo ella le había respondido de forma tan cruel. Aquella noche durmió mal y se despertó desanimada.
Mirándose al espejo no tuvo ni ganas de arreglarse esa mañana. Vio todos sus adornos en el cajón y ninguno parecía que le llamaba la atención.
Cuando llegó a la escuela vio a Regina de lejos; sentada sola en un banco del patio. Laila fue hasta donde ella estaba, se sentó a su lado y le dijo:
— ¿Puedo sentarme aquí, contigo?
Regina movió la cabeza en señal positiva. Laila se dio cuenta que había quedado un poquito incómoda, entonces le dijo:
— ¿Sabes, Regina? Estoy muy arrepentida de lo que te dije ayer. Estaba equivocada sobre todo ese asunto de estar arreglada, ser femenina…, ser delicada… y también estaba errada en relación contigo. Tus palabras me hicieron ver cuán equivocada estaba. Estoy perdiendo a mis amigas…, ¿a cambio de qué? ¿De un cabello bien peinado?
Regina abrió los ojos bien grandes, como el día anterior; solo que le pareció ver a Laila muy cambiada.
Y la niña continuó:
— Yo no quiero pasar más los recreos sola mientras todas se divierten. Quiero correr, jugar, saltar, divertirme con ustedes.
— Está bien…, pero, ¿tus adornos, tu ropa que tiene que combinar y no se puede ensuciar, tus peinados? —quiso saber la compañera.
— De ahora en más, elegiré un adorno que nunca más voy a dejar de usar: ¡la sonrisa! ¡Y eso aprendí de ti! ¡Muchas gracias!
Regina quedó feliz al escuchar eso. Las dos se abrazaron y salieron a jugar con las otras chicas que ya estaban en la cancha.
Laila aprendió una importante lección: no sirve de nada adornarse por afuera si no se cuida el lado de adentro.
Texto: Anne Lizie Hirle.
Ilustración: Ilustra Cartoon.
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